¡800! Renato, el brillo de siempre
Si alguien merece ser reconocido más que el homenaje o el titular grandilocuente es Renato Morales, “bautizado” por nuestro equipo de transmisión como la Serpiente Cobra por su señal de fiesta después de conectar un imparable. El domingo se unió a un selecto grupo (2) de bateadores de 800 hits en la Liga de béisbol Profesional.
Hasta cuando se enoja parece estar alegre, sus emociones solo te dicen de la energía que provoca su juego, la intensidad de su personalidad y el carisma que derrocha. Por eso es que no sorprendió a nadie cuando el publico leonés estaba aplaudiendo al jugador que cumplirá 41 años y consigue una estadística que solo dos hombres han logrado en este nivel.
No se que le detuvo para contener la lágrimas, posiblemente la rabia de estar perdiendo por masacre le quitó la pizca de emoción para reventar en llanto, porque él no se esconde de su propia naturaleza. Hasta jugadores que no le conocen fueron a saludarlo, mientras agitaba sus brazos con la expresión de un niño lamiendo una paleta. Renato es de una especie única de bateador que suma más de 1200 hits en los Pomares, 800 en la Profesional, más de 200 en las menores cuando firmó para los Filis y más de 50 con la Selección Nacional. Más de 2000 hits en su carrera es un logro que solo Jimmy González y Ofilio Castro han conquistado en nuestra pelota.
Morales le saca la lengua al tiempo y a los nuevos reglamentos que quieren limitar la presencia de veteranos en el béisbol de alto rendimiento; cuando la espalda cruje por los años y las piernas ya no viajan a la velocidad del pensamiento, Renato sigue siendo un pelotero útil y necesario. Aunque suene pretensioso, mejor que jóvenes de 23, de más dote muscular, pero de mentalidad menos pulida.
Él sabe que la barba comenzará a platearse, que el cuerpo gemirá pidiendo el final, pero esa voluntad de hierro quiere postergar ese momento, Su esencia sigue hirviendo por sus venas de gladiador, porque aún se mira en el brillo de este formidable zurdo.
Cuando disparó el hit en su último turno sabía que lo había logrado y lo celebró desde el principio, no se contuvo, mientras se volteaba al publico para agradecer, y en un desfile sincero sus compañeros interrumpieron el partido para abrazarlo, si alguien merecía eso era la Serpiente Cobra.